Hay periodistas y pseudoperiodistas que se dedican constantemente a equiparar incansablemente estos conceptos en todos los medios de comunicación. Luego cometen un error histórico muy grave que podría llevarles a un suspenso en un examen de Historia Contemporánea, salvo que lograsen encontrar una serie de ejemplos puntuales que les permitiera hacer un ejercicio comparativo; sin embargo, la nota máxima que podrían aspirar por ese ejercicio iría del 4 al 5, ya que estos conceptos son muy diferentes en origen e ideología. Sé que esta afirmación puede molestar a muchos, pero varios años de estudio así lo afirman y las obras de los principales historiadores nacionales e internacionales reflejan la naturaleza diferente de estos regímenes. Invito a que lean un poco más de Historia de España y a no retener pequeños detalles de una etapa, sino a tener una visión más global, al igual que ocurre en otros ámbitos de la investigación.
Los prejuicios ideológicos en este país son una auténtica barrera para una investigación transparente, sin olvidarme de aquellos colegas que se han puesto al servicio de una determinada ideología, degradando así nuestra profesión. Esta es la diferencia de nuestro país con respecto a otras naciones, de ahí que el oficio de historiador sea tan despreciado y poco remunerado en nuestra nación. En consecuencia, son los profesionales de la comunicación los encargados de hacer una interpretación histórica repleta de errores, basándose en las obras de los historiadores con carnet de partido.
Los historiadores tenemos, como el resto de ciudadanos, nuestras propias ideas, pero no debemos poner las mismas por delante de la investigación científica, de lo contrario, logramos el prestigio social que tienen hoy los historiadores en España, NINGUNO.
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